Garrapatas
traidoras que se unen a la causa y luego se acongojan. No os merecéis ni mi
rabia. DR0ME os dio la mano y vosotros disparáis al lado contrario. Os creíamos
libres de vuestro egocentrismo, pero parece que nos equivocamos. Vuestras
misiones son simples, no os ponemos ninguna barrera, os dejamos hacer. ¿Y
vosotros nos abandonáis de esta vil forma? Cobardes. ¡Cobardes! Seguís
representando la desgracia del ser humano. La involución de la especie se
espesa tras la bala que habéis hecho viajar por vuestra boca. Esa bala no era
vuestra, aún, todavía quedan bípedos endebles buscando a alguien que se apiade
de sus almas ausentes. Mas no creen en nada. Vosotros teníais que acabar con su
sufrimiento, ser su fe, ¡jamás convertiros de nuevo en uno de ellos!
Ingenuos, incrédulos, solo podían ser ellos. Han cambiado los semáforos por espejos. Ahora se chocan con el mismo error creyendo que no tienen remedio. No se ven, no miran, no ven. Todos iguales, todos siguiéndose, qué están haciendo. Me levanté por la mañana cuando la gente dormía. La gente duerme por la mañana. No se extrañen. De noche es cuando salen a la calle. Al día siguiente volví a levantarme por la mañana. Un nuevo acto de rebeldía. Aunque si nadie me veía, qué más daba. Al siguiente amanecer abrí mi ventana. La gente dormía, claro. Yo no. Pero había alguien más. No sé dónde, ni quién... O qué. Pero había algo... Algo vivo, algo que quería vivir. Me quedé a la espera. Seguí esperando. Pasó la tarde y la calle se empezó a llenar. La oscuridad completó el serpenteante cosquilleo de cucarachas que hacían rebosar los bordillos. Bichos. Insectos negros e informes invadieron las aceras. Uno detrás del otro, por supuesto. Tienen prohibido sal
Comentarios
Publicar un comentario