Estás leyendo esto. Oh, claro que sí, en tu móvil, en tu ordenador, donde sea. Me estás leyendo. No te asustes. Quita ese intento de sonrisa astuta. Tienes miedo, como todos, es normal. Yo también lo tuve, hasta que lo encontré. Te voy a contar algo, y sí, ahora me dirijo a ti. Continúa, deja que tus pupilas marchen por estas líneas, déjate embriagar por el olor de la libertad que vengo a ofrecerte. Espera conmigo y entenderás; quédate aquí y te explicaré. Baja la barra del móvil y refléjate en esa oscuridad camuflada entre brillos, datos, ubicaciones y ajustes. Qué ves ¿Nada? Inténtalo otra vez. Ahora sí, ¿no? Quizá te haya costado un poco al principio, pero sí, eres tú. Tú. Igual que yo puedo decir yo . Continuemos. Tú no eres yo, y aquí viene lo que te ofrezco. Mira afuera, ¿ves cómo se pelean contra sus propias sombras? Ves cómo beben de sus desgracias para escupirlas de nuevo en la oscuridad. Ves cómo nadan entre sedas que arden pero cómo son demasiado orgull